- Implementando las buenas prácticas agrícolas aprendidas en los entrenamientos de MOCCA y VOLCAFE, Tereso Vasquez pasó de cosechar 30 quintales de café a cosechar 75 quintales.
- En Baja Verapaz, Guatemala, MOCCA trabaja en alianza con la empresa Peter Schoenfeld S.A, miembro del grupo Volcafe, para entrenar a productores de café en buenas prácticas agrícolas.
Desde niño, Tereso Vásquez observaba con fascinación cómo sus abuelos trabajaban en el cultivo de café en Cubulco, Baja Verapaz, Guatemala. Aunque ellos utilizaban métodos empíricos, su pasión por la caficultura dejó una huella profunda en él. Más tarde, durante un trabajo temporal en una finca cafetalera en el oriente del país, Tereso descubrió el potencial económico del café y decidió emprender su propio camino como productor.
En 2015, con 1.5 manzanas de terreno, Tereso inició su finca. Su parte favorita de cultivar café es observar el crecimiento de las plantas, asegurándose de proporcionarles las condiciones adecuadas para convertirlas en cultivos productivos y rentables. Sin embargo, no todo fue sencillo. El cambio climático, en particular la falta de lluvias, afectó severamente sus rendimientos. Tereso sabía que necesitaba nuevas estrategias para enfrentar estos desafíos.
Motivado por la necesidad de mejorar sus prácticas agrícolas, Tereso se unió al programa MOCCA en 2020. Durante los entrenamientos, aprendió técnicas avanzadas como manejo de tejidos, poda estratégica, control de plagas y enfermedades, y la elaboración de abonos orgánicos. “Mis abuelos cultivaban café con conocimientos empíricos, pero yo quería una finca más eficiente y productiva”, comenta Tereso.
MOCCA es una iniciativa financiada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), a través de su Programa de Alimentos para el Progreso (Food for Progress Program), que busca mejorar la productividad agrícola y expandir el comercio de productos agrícolas. El programa MOCCA es ejecutado por un consorcio liderado por TechnoServe, Lutheran World Relief lidera las actividades del programa cacao.
Los resultados no se hicieron esperar. Al implementar lo aprendido, su producción creció de 30 a 75 quintales en la misma área de terreno. Este logro no solo le permitió garantizar alimentación y atención médica para su familia, sino también invertir en viveros de café para futuras plantaciones.
Tereso y su esposa, quien lo apoya especialmente durante la cosecha, comparten el sueño de transmitir este legado a sus cuatro hijos: un joven de 12 años, uno de 8 y unos hermosos gemelos de 6. “Quiero que mis hijos aprendan a producir café con técnicas modernas, cuidando siempre el medio ambiente”, asegura.
En su finca, ubicada en una montaña rodeada de bosque nublado y paisajes espectaculares, Tereso trabaja cada día con la visión de preservar su herencia familiar mientras adopta la innovación. Su historia refleja cómo la tradición y la técnica pueden converger para transformar vidas.