- Una historia de transformación y prosperidad
En el cantón de Cuayagualo, en el municipio de Izalco, se encuentra la parcela de cacao de Ángel García. Desde que tomó las riendas de esta tierra fértil en 2019, su historia se ha convertido en un relato de transformación y prosperidad, moldeado por la colaboración del programa MOCCA y su dedicación incansable.
Ángel, un hombre de mirada franca y manos curtidas por el trabajo en la tierra, no siempre vio en el cacao una oportunidad. Cuando llegó a la finca, el cacao ya estaba allí, pero su desconocimiento sobre su manejo y potencial lo mantenía ajeno a las posibilidades que este fruto ofrecía, por lo que ni siquiera lo cosechaba. Fue solo en el 2020, con la llegada de los técnicos de MOCCA, que Ángel comenzó a vislumbrar un futuro diferente para los 600 árboles con que contaba.
Con el programa MOCCA como aliado, Ángel se sumergió en un mundo de aprendizaje constante. Desde la poda del cacao y el manejo de los árboles acompañantes, cada técnica aprendida se convirtió en un nuevo peldaño hacia la transformación de su parcela. Puso en práctica la injertación en 200 árboles, para tener plantas más productivas y resistencia fortalecida ante las enfermedades que amenazaban su cosecha.
MOCCA es una iniciativa financiada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), a través de su Programa de Alimentos para el Progreso (Food for Progress Program), que busca mejorar la productividad agrícola y expandir el comercio de productos agrícolas. El programa MOCCA es ejecutado por un consorcio liderado por TechnoServe, Lutheran World Relief lidera las actividades del programa cacao.
Generando mejores ingresos del cacao
“Antes no tenía ingresos del cacao ya que no aprovechaba este fruto, pero ahora gracias los conocimientos del manejo del cultivo que aprendí en MOCCA, tengo un ingreso mensual aproximado de 280 dólares”, explicó satisfecho el productor.
Tanto Ángel, como su esposa, ven ahora en el cacao una importante y promisoria fuente de ingresos. El dinero de las ventas, se ha vuelto parte esencial de la canasta familiar y habiendo visto que el buen manejo aumenta la productividad, están invirtiendo parte de los ingresos en la compra de insumos como fertilizantes.
“Yo hago el trabajo de la finca y mi esposa es quien se encarga de beneficiar el grano de cacao. Los dos estamos conscientes de que los ingresos son para la familia y ella es quien los administra, se encarga de las compras y de lo que se necesita en la finca, el trabajo unido es lo que nos ha llevado a salir adelante”, expresa Ángel García.